Investigación

Lo que no quise aprender

Estudiantes de medicina

Investigación y textos: Camila Hurtado y Juliana Mateus

Ilustraciones: Megumi Cardona

El parto insostenible. El que vulnera los derechos de la mujer. El que no pregunta y, por el contrario, asume. El que no escucha. El que corta y deja cicatrices. El que ignora el dolor. El que se normaliza. El que no es visible. El que se ignora. El que algunos saben que está mal, pero todos se convencen de que está bien. Ese fue el tipo de parto que describieron ocho estudiantes de las facultades de medicina de la Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana que han rotado por el servicio de ginecología y obstetricia. Sin desconocer la realidad, todos han decidido oponerse a una serie de prácticas dañinas que deshumanizan el parto y perpetúan la violencia obstétrica al interior del sistema de salud. Estas son sus experiencias.

Cuando empecé a rotar por ginecología descubrí que las cosas eran diferentes a como nos habían enseñado en el aula de clase. La humanización del parto queda en un segundo plano y a las mujeres no se les presta la atención necesaria. Al contrario, son maltratadas constantemente y de diferentes formas.

Solo para empezar… Me di cuenta que los consentimientos informados se respetan, pero solo entre comillas. Eso que para mí era tan básico e importante pasa desapercibido. Uno siempre va a encontrar estos documentos firmados, pero eso parte del afán de los médicos de defenderse ante posibles demandas. Es muy rara la ocasión en que alguien realmente le explica a la paciente qué es lo que dice ahí, qué procedimiento le van a hacer o qué medicamento le van a aplicar.

Nosotros llegamos con una perspectiva diferente, pues antes no hemos estado en ese contexto médico y creemos que el parto puede ser un día muy importante para una mujer, quizá son cosas que pensamos más como un paciente que no está enterado de la realidad del hospital. Sin embargo, en la rotación uno se da cuenta de que eso no es tan romántico y, en muchos casos, es porque precisamente el personal de salud no lo permite.

Uno quisiera creer que esas cosas no pasan, que son mentira. Pero son absolutamente ciertas. Yo llevaba un mes estudiando las clases del módulo de ginecología y me había encantado la teoría, pero llegué a ver un parto en la práctica y vi lo doloroso que es para la paciente. En ese momento yo pensé que quizá no iba a soportar ver esto durante mi práctica profesional, pues es algo que es constante, y que parece ser para siempre. Uno se da cuenta que el dolor ha sido normalizado y no hay forma de pelear contra eso. Además, quienes reafirman estas malas prácticas son quienes enseñan, son nuestros profesores.

La primera vez que vi un parto natural fue en sexto semestre. El niño se le vino a la mamá, ella no alcanzó a llegar al quirófano. El parto pasó, pero la mamá se desgarró y tocaba suturarla. Cuando nació su hijo, no se lo dejaron ver, se lo llevaron y la dejaron sola y desnuda en la camilla. ¿Cómo es que nadie se tomó la delicadeza de ponerle una bata encima? Ella estaba desnuda, incómoda, expuesta… completamente vulnerable. Después, el interno de turno llegó a suturar a esa paciente y la anestesia de ese procedimiento es con lidocaína local. La anestesia no le hizo efecto. Entonces, el interno seguía suturando, mientras la paciente no dejaba de quejarse por el dolor. Yo me preguntaba <<¿por qué no le ponen más dosis? Le está doliendo>>. Pero el ginecólogo solo parecía estar concentrado enseñándole la técnica de sutura al interno. El dolor de la paciente fue ignorado. 

Existe la posibilidad de que una mujer durante el parto se desgarre porque a veces es complicado que salga el bebé, pero uno puede hacer un corte (episiotomía) para que salga la cabeza más fácil y para que no sea tan traumático el desgarro después. En el hospital en donde estaba rotando lo que hacían los médicos era cortar cuando se desesperaban, decían que la mujer no estaba pujando bien o simplemente se cansaban de esperar. En ese caso, hacían ese corte solo para agilizar un parto, eso era innecesario.

Yo creo que un parto humanizado es aquél en el que se concentran los esfuerzos para que la paciente tenga una experiencia amena, para que se mitigue la experiencia dolorosa del parto, la experiencia desagradable. Que el esfuerzo sea para que avance de forma satisfactoria, tanto para el médico, como para la paciente. Por otro lado, diría que la violencia obstétrica sucede en el momento en que un médico que está atendiendo, no necesariamente un parto, a una mujer embarazada, aprovecha su situación de poder para vulnerar y a veces estar cerca de vulnerar los derechos de la mujer por falta de empatía con ella.

Sin duda los estudiantes tenemos una responsabilidad muy grande. Nosotros podemos buscar la forma de corregir esas múltiples formas de violencia y que esto no se siga repitiendo. Siempre hay maneras de hacerlo. La responsabilidad que tenemos es la de sensibilizar los servicios. Tristemente, la monotonía hace perder la sensibilidad frente a ciertas cosas, pero lo importante es reflexionar en torno a eso y cambiarlo, no permitir que siga pasando. Al final, es algo que requiere trabajo en equipo y como estudiantes podemos y debemos promoverlo.

Sobre Poder Parir
Especial multimedia que, por medio de nueve historias, refleja cómo se da la violencia obstétrica en Colombia, así como las alternativas que han surgido como forma de contrarrestar este tipo de violencia. Si te interesa contar tu historia y/o aportar a este proyecto escribe a ljuliana.mateus@gmail.com.