Investigación

Por una ley para el parto digno

Garantizar los derechos de las mujeres durante el embarazo, trabajo de parto, posparto y duelo gestacional han sido algunas de las más grandes motivaciones de Jairo Cristancho, ginecobstetra casanareño y representante a la Cámara. Una conversación con él sobre las principales apuestas y retos de un Proyecto de Ley que presentó y tuvo su primer debate en mayo de 2021.

Desde su paso por hospitales en Casanare y Cundinamarca, el representante a la Cámara, por el Centro Democrático, Jairo Cristancho, ha tenido la intención de mejorar y dignificar la forma de atención de las mujeres gestantes de Colombia. Por eso, después de cinco proyectos de ley que se han presentado ante el Congreso de la República con la iniciativa de parto digno, volvió a radicar un documento con este tema. Se trata del Proyecto de Ley N. 191/2020por medio del cual se reconocen los derechos de la mujer en embarazo, trabajo de parto, parto y posparto y se dictan otras disposiciones o Ley del parto digno, respetado y humanizado”.

En este Proyecto, Cristancho definió el parto humanizado como aquél en el que se respeta la fisiología y ritmo del proceso, que solo se debe intervenir en caso de ser realmente necesario y con bases sólidas en la evidencia científica actualizada. Además, estas decisiones no pueden pasar por encima de los aspectos socioculturales de la mujer y no debe quitarle a ellas su poder de decisión. En últimas, el parto humanizado para Cristancho debe garantizar las elecciones de la mujer, su autonomía y su privacidad. Lo anterior, desde un respeto a los Derechos Humanos. 

JULIANA MATEUS: ¿De dónde surgió la inquietud para redactar este proyecto de ley?

JAIRO CRISTANCHO: En los más de diez años en los que ejercí como ginecobstetra empecé a ver cosas que se hacían porque sí. Cuando uno preguntaba al ginecólogo o a la enfermera, que llevaba cerca de 25 años trabajando en el pabellón de maternas, por qué hacían ciertos procedimientos como la episiotomía, la respuesta era la siguiente: “porque sí”.  La respuesta no puede ser esa porque los estudios dicen que eso no tiene ninguna mejoría y lo que genera es dolor en el periné. Entonces, empecé a hablarles de la medicina basada en la evidencia. 

Otra escena muy común era ver que a la materna no le daban comida o líquidos. En algunos casos había mujeres que pasaban más de 15 horas sin comer o beber. Eso no tiene sentido. Además, impedían la entrada de un acompañante. Hasta horas después de que el bebé naciera había un reencuentro con los familiares. Otra de las cosas que me molestaba mucho era que no se les llamara por su nombre, era común escuchar “la paciente de la cama tal”. 

También veía a muchas mujeres desesperadas acostadas en una cama, no las dejaban moverse y a ellas les entraba el estrés y si hay estrés y ansiedad, pues no hay evolución adecuada del trabajo de parto. Por supuesto estaba el tema de las cesáreas innecesarias y era común escuchar frases como “oiga, con una cesárea yo me quitó de 10 a 12 horas que me gasto en un trabajo de parto. Mejor la hago». Finalmente, veía que en muchos casos no se respetaba el enfoque diferencial. Por ejemplo, si llegaba una mujer afro o indígena se les trataba de tercas o se les negaban algunas creencias que tienen para el parto. 

Desafortunadamente, nosotros como médicos muchas veces tratamos de incidir en el parto y pretender que los medicamentos y las cesáreas son lo mejor.

JM: En el proyecto de ley se hace mucho énfasis en el enfoque diferencial, ¿cómo fue el proceso para identificar esas necesidades?, ¿hubo reuniones o acercamientos con parteras de diferentes grupos étnicos? 

JC: Sí, claro que hubo esos espacios. Por ejemplo, yo soy del Casanare y en mi región hay comunidades indígenas, con ellas estuve hablando e indagando. Cuando estuve trabajando como ginecólogo veía un rechazo hacia las pacientes de comunidades indígenas. Los médicos decían frases como “mire esa señora que no se queda quieta” y eran solo quejas por cualquier cosa que hicieran. Entonces, cuando yo les preguntaba si habían hablado con ellas, si les habían preguntado cómo les gustaría tener su parto o culturalmente para ellas qué significaba ese momento, se quedaban callados y pensativos. 

Adicionalmente, tuve la oportunidad de hablar con parteras en Bogotá y en Chocó. Ese proceso me dio rutas para mencionar en el proyecto de ley sobre enfoque diferencial y entender que si no hay una adecuada relación entre el médico, entre la enfermera y la paciente que está en trabajo de parto, se va a generar un ambiente hostil y las cosas no van a funcionar. Esta experiencia también me ayudó a entender que hay muchas mujeres que quieren volver al parto en casa, a lo fisiológico y natural que es. Desafortunadamente, nosotros como médicos muchas veces tratamos de incidir en el parto y pretender que los medicamentos y las cesáreas son lo mejor. Por eso, el papel de la partera también debe tenerse en cuenta y debe respetarse, pues ellas le apuntan a lo natural. Ahí lo importante es la capacitación y la buena comunicación que puede ayudarnos a mitigar escenarios de riesgo en caso de que una mujer opte por tener un parto con parteras. En ese sentido, son bienvenidas las mujeres que se dedican a esto que lo hacen con mucha humanización, con mucha relación de afecto, que dejan entrar al entorno familiar y que se vuelve algo muy bonito, una fiesta. 

Considero que es muy importante ese tema diferencial y creo que en eso debemos enfocarnos y seguro que el día en que haya una mejor relación médico-paciente, médico-parteras ese día va a disminuir la morbilidad y la mortalidad tanto materna como neonatal.

JM: El proyecto también habla sobre el papel de la comunicación. ¿Cuál es la importancia de propiciar la comunicación horizontal entre el especialista y la mujer embarazada? 

JC: Lo mejor para evitar demandas es el diálogo y la buena relación con los pacientes. En mi caso, claro que tuve pacientes que se complicaron, pero eran pacientes que sabían todo lo que se les iba a hacer. Por ejemplo, sucedió que una paciente se complicó y a todo el personal nos llamaron en el proceso judicial en contra del hospital y recuerdo que la señora dijo  “el único que me explicó qué iba a pasar fue el doctor Cristancho”. Por eso, el consejo que daba en mis épocas de profesor era que siempre hablen con la paciente, que dialoguen con ellas, que las escuchen y que sean un profesional que les dé confianza.

Si nos oponemos a esto, a lo fisiológico del parto, va a ser muy difícil tener credibilidad y pacientes conformes.

La mujer tiene derecho a una buena atención, a ser respetada, pero también tiene deberes porque tampoco podemos llegar a los extremos y esto está enmarcado en el proyecto de ley. Por ejemplo, en el hospital veía casos de compañeros que recibían bofetadas o patadas, pero cuando indagaba con la mujer por las razones que lo había hecho, me di cuenta que entre el 70 % y el 80 % de veces pasaba porque no les explicaban lo que estaba ocurriendo. Está el caso de los tactos vaginales para saber cómo va la evolución de la dilatación. No les explican sobre ellos, simplemente van, y perdón la expresión, metiendo los dedos sin el consentimiento de la mujer. Eso pasaba mucho con los estudiantes porque les interesaba practicar y no, eso no debe pasar. 

JM: Cuando he hablado con ginecólogas y ginecólogos sobre estos proyectos de ley muchos son muy esquivos, sienten que esto podría poner en riesgo su trabajo. ¿Consideras que, en efecto, estos proyectos les pueden afectar?

JC: Siento que lo que falta es un poco de comunicación y diálogo. Cuando planteé por primera vez el proyecto de ley varios colegas me cuestionaron, decían “y este qué, va a llegar ahí a complicarnos la vida”. Sin embargo, yo aprovechaba a cuanta charla me invitaban y recuerdo que en una de ellas que tuve en un colegio de Bogotá hubo una interacción muy bonita. Allí les hablé del tema de las demandas, les hacía saber que la mujer gestante cada vez está más interesada en conocer y entender lo que pasa con su cuerpo durante el embarazo. También les hice la invitación a que nos fijáramos en la tasa de cesáreas en Colombia, que está por encima del porcentaje recomendado por la Organización Mundial de la Salud (la OMS recomienda que el porcentaje no debe ser mayor del 15 % y en 2019 en Colombia la tasa fue de 44,51 %, según cifras del DANE).  

Estos proyectos no afectan, antes abren espacios de conversación interesantes como los que planteo junto a las parteras. Además, el proyecto va muy en la vía de este momento en donde cada vez la tendencia está más enfocada a lo natural, a propiciar espacios de partos naturales en entornos agradables, entornos en los que haya diálogo, armonía y, en su mayoría, buenos resultados. Si nos oponemos a esto, a lo fisiológico del parto, va a ser muy difícil tener credibilidad y pacientes conformes.

JM: El martes 25 de mayo fue el primer debate de este proyecto de ley en la Comisión Séptima del Senado. ¿Qué proceso sigue? 

JC: La ponente ante el senado fue la senadora Milla Patricia Romero. Ese día no hubo quórum, algunos senadores se iban a retirar de la sesión y fue lastimoso porque no se pudo dar el debate de manera amplia para poder explicar la importancia de un parto humanizado, pero más allá de esto, una atención humanizada en la salud sin importar que sea o no un parto. 

Ahora lo que sigue es el debate en la plenaria del Senado, el segundo debate. Después, va para la Comisión Séptima de la Cámara y ahí estaré yo. Espero que esto se logre rápidamente. Con un cuarto debate ya va a la conciliación entre Cámara y Senado. Si en la conciliación estamos de acuerdo, pasa a sanción presidencial y el presidente, a no ser que considere que es inconstitucional, lo firma. Entonces, faltan tres debates. 

JM:  ¿Por qué este proyecto de ley se pasó por el Senado?
JC: Las veces anteriores se había presentado por Cámara. No obstante, estoy seguro que si este proyecto se debate en Senado y llega el tercer y cuarto debate, en la Cámara lo sacamos rápido porque no es nuevo, es algo que ya hemos trabajado y que conocen mis compañeros. Nos queda hasta el 20 de junio de 2022. Aún tenemos un año y dos meses para dar los tres debates que faltan. Siento que es algo que merece la pena, es momento en que las mujeres puedan dignificar su parto. Si bien hay rutas que se quieren adelantar para fortalecer y hacer hincapié en los derechos de la mujer embarazada, no se va a lograr de forma más amplia hasta que esto no sea una Ley, hasta que no tenga una reglamentación y que se obligue a cumplir con esa mejora en el servicio. Necesitamos mejorar el trato con nuestras pacientes. Es fundamental que entendamos que si mejoramos el trato hacia la mujer gestante, vamos a tener mejores resultados.

Otros proyectos…

Conoce otros proyectos de ley alrededor del tema de parto humanizado y violencia obstétrica que se han presentado ante el Congreso de la República.

Sobre Poder Parir
Especial multimedia que, por medio de nueve historias, refleja cómo se da la violencia obstétrica en Colombia, así como las alternativas que han surgido como forma de contrarrestar este tipo de violencia. Si te interesa contar tu historia y/o aportar a este proyecto escribe a ljuliana.mateus@gmail.com.